Si hablamos de Efecto Invernadero seguro que lo primero que te viene a la cabeza es: Dióxido de Carbono (CO2). Pero no es el único gas que contribuye a mantener estable la temperatura del planeta.
Los conocidos como Gases de Efecto Invernadero (GEI) son los encargados de atrapar y mantener el calor en la atmósfera y por lo tanto contribuyen a que en la Tierra haya una temperatura media de 15º. Los encargados principales de esta misión son: el dióxido de carbono, el vapor de agua, el óxido nitroso, el metano y el ozono.
Los GEI son necesarios y cumplen una función imprescindible en el planeta. Sin embargo y como casi todo en la naturaleza, se ven afectados por cuestiones antropogénicas, es decir, causadas por el ser humano.
Desde comienzos de la Primera Revolución Industrial a mitad del siglo XVIII el ser humano con sus actividades ha sido el causante de que el nivel de los gases de efecto invernadero se incremente notablemente.
Una de las actividades que más dióxido de carbono generan es la combustión de carbón, petróleo y gas natural.
Si no tomamos consciencia pronto de lo que supone contribuir al aumento, sobre todo, de las emisiones de CO2, los efectos podrían volverse irreversibles. Peligrarían no solo los ecosistemas y la biodiversidad, sino la subsistencia de las personas en el planeta.